miércoles, 1 de octubre de 2008

Demasiadas muertes

TRÁNSITO, OSCURIDAD Y MUERTE


En este país, hay muchas cuestiones difíciles de entender, sobre todo aquellas que son consecuencia de la negligencia, la dejadez y el desprecio de quienes deben velar por la por la vida y su calidad.

Menos comprensibles son, cuando, casi sin plata, con solamente un poco de celo y con el cumplimiento de la normativa vigente se podrían evitar males terribles.

Mayor indignación e impotencia nos provoca, cuando él o los afectados por estos hechos, son personas cercanas o de nuestro conocimiento.

La muerte incomprensible en un accidente de tránsito de un amigo querido de mis hijos y el dolor de su familia, me hacen volver a insistir sobre esta problemática.

Si bien en entregas anteriores ya me he referido al tema de la accidentología vial y el desmadre que esto genera en la salud social e individual. No podemos soslayar que ello es producto de variadas concausas de naturaleza política, entre las que podemos reseñar:

a) Rendición incondicional a las multinacionales automotrices como casi único sustento de la matriz de transporte en la Argentina, situación que se asocia con la dependencia a la industria del caucho y de los hidrocarburantes.

b) Aniquilación del ferrocarril.

c) Insuficiencia de infraestructura vial.

d) Ausencia de una planificación estratégica en materia de transporte y tránsito.

e) Pérdida de valores y de respeto por el otro.

Esta mezcolanza se transforma en un cóctel explosivo, que todos los años se lleva puesta la vida de aproximadamente 8.000 personas. Las frías estadísticas nos hablan de 22 fallecidos por día, con un gran porcentaje de ellos, jóvenes. Una cifra escalofriante de la cual tenemos poca conciencia y que no valoramos en su cabal magnitud.

Para graficarla, conviene hacer algunas comparaciones, con acontecimientos que acapararon la atención mundial o nacional y con una gran cobertura en los medios de prensa, algunos ocurrieron hace casi un siglo y otros apenas unos pocos años.

Quizás las mismas puedan parecer odiosas, pero son comparaciones al fin:

En el naufragio del Titanic murieron 1500 personas

En la guerra de Malvinas, aproximadamente 650 compatriotas

En el incendio del boliche “República de Cromagnon”, hubo 182 muertos.

En el avión de Austral que cayera en Fray Bentos, 74 muertos.

En el accidente del avión de LAPA, fallecieron 65 personas

En el incendio y caída del dirigible Hindenburg, 36 muertos.

A partir de estos datos tenemos que aceptar que en Argentina cada 68 días se hunde un Titanic, cada 29 días hay una guerra como la de Malvinas, aproximadamente cada semana hay un Cromagnon, cada 3 días se cae un avión y cada día y medio se incendia un dirigible.

Estos datos son realmente alarmantes y muestran palmariamente un desprecio por la vida generalizado y más por parte de quienes deberían ser sus más fieles custodios.

Al Capone y el Sindicato del crimen eran nenes de pecho, frente a esta institucionalización de la muerte.

Preocupado y desolado por la falta de respuestas, fui como otras veces a charlar con un viejo amigo, agudo observador de la realidad, el desenvolvimiento de los procesos sociales y defensor a ultranza de las causas perdidas, sobre este tema, que de tanto en tanto, ocupa la portada de la mayoría de los medios de comunicación del país y que desvela las neuronas de los decidores políticos en el marco nacional, provincial y municipal.

Al verme llegar y antes que le pueda decir nada, me largó un;

-Otra vez con tus cavilaciones inconducentes.

Sin dejar que siga hablando, le mostré las cifras del horror y las comparaciones que había hecho.

Muy serio me miró y dijo:

-Si no fuera tan doloroso, te diría que es una consecuencia directa de la teoría maltusiana, pero no, es una catástrofe que anida en la falta de voluntad política de encontrar una salida al problema.

-Te digo más, has visto que al término de cada año y sobre todo al comienzo del período de vacaciones, asistimos a un incremento de la preocupación sobre la accidentología vial y sus luctuosas consecuencias, lo que se refleja en todos los medios de comunicación.

- Ni hablar en los períodos de recambio institucional, donde cada funcionario que asume promete poner coto a esta pandemia argentina, que en solo un lustro ha cosechado más muertos y heridos que cualquier guerra o dictadura padecida en estas tierras. Pasado un tiempito todo sigue igual y las lamentaciones aumentan.

Pero algo se debería hacer, si es que se puede, o el tema no tiene solución? Dije

-Tiene, …evidentemente que no se podrán evitar todos los accidentes, pero muchos si y con muy poco.

Cómo? Pregunté.

- Mirá por la ventana y fijáte, cuántos autos pasan con los vidrios oscurecidos o polarizados?

Muchos, no se en que porcentaje, pero en esta zona y con este sol, la gente debe tener calor y trata de protegerse, otros no querrán que los vean o por seguridad y sin duda habrá otras razones igualmente fundadas . Contesté.

- Exactamente, todos tienen una buena razón para oscurecer los vidrios. Me dijo y siguió.

- Pero ninguna de todas ellas es tan buena como para justificar el incumplimiento de la ley y menos la tolerancia de los encargados de hacerla cumplir. Por qué no se si sabrás que toda la normativa en la materia prohíbe estas modificaciones en los autos.

- El tema es que a las áreas de control de infracciones, les interesa más la recaudación por multas por mal estacionamiento o vencimiento de la tarjeta que otra cosa, sino fijáte este dato: durante el año 2005 en la ciudad de Buenos Aires se hicieron 633 multas a coches oscurecidos, contra un millón por mal estacionamiento. (1) Te darás cuenta cuál es el objetivo de los inspectores?

- Lo que te digo no son casos aislados, ya que el 41% de los autos y un 35% de los transportes de carga que circulan lo tiene. Según un estudio del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI), casi el 50% de los autos chocados o destruidos llevaban estos vidrios. "Además, al estudiar los impactos laterales, comprobamos que el 56% tenía ventanas oscuras. Con esto se demuestra que dentro de un automóvil con vidrios oscuros cuesta más distinguir a otros vehículos, peatones, ciclistas o motociclistas que circulan a los costados", (2) - Los expertos afirman que incrementan en un 30% la posibilidad de sufrir un choque. A la inversa, si efectivamente se aplicara la prohibición, reduciríamos en un 30 % los choques y sus consecuencias lamentables.

Ante tanta contundencia, me despedí de mi amigo, más preocupado que antes y me fui pensando que además de los accidentes, con los vidrios oscurecidos no podemos ver si al volante del auto está un menor, personas descompuestas, alcoholizadas o armadas.

La pregunta del millón es quién va a prohibir estos vidrios, si jueces, funcionarios, legisladores, empresarios y demás los usan.

Demasiadas muertes ya hemos acumulado en la Argentina, como para seguir sumando hechos lamentables sin solución de continuidad, producto de la incompetencia, la falta de voluntad política y de una visión integral al problema.

Con más dudas que certezas, me despido hasta la próxima aguafuerte.


Ricardo Luis Mascheroni

DOCENTE


1.- Diario “CLARÍN”, 04-06-2006

2.- Diario “La Nación”, Jueves 8 de noviembre de 2007